La saga de películas “La matrix”, originarias de los, hasta entonces varones, los hermanos Wakowsky, son una excelente pretexto para cuestionarnos, más allá de una mera fantasía, la existencia de realidades alternativas o una realidad ordinaria en la que todos vivimos, o de una manera, tal vez singular, experimentamos.
 
Imaginemos si en algún momento de nuestro devenir como humanidad, todos nosotros, hubiésemos decidido formar parte del juego, de un experimento o de un viaje.
 
Pues bien, como algunos de aquellos jugadores de antaño que olvidaron a qué jugaban, nosotros quizás un día inadvertidamente también pensamos en jugar el juego de limitarnos al máximo posible, olvidando vuestra verdadera identidad, para así experimentar distintas cosas y aprender a recordar (es un hipotético después que se alarga y  se alarga) quienes somos de verdad. Creemos que este es nuestro drama  individual y colectivo. Las limitaciones de tiempo y espacio dentro de las magníficas estructuras físicas, también irreales que son nuestros cuerpos. Pues bien todo esto es la Matrix y de esto es lo que  específicamente trata dicho filme.